lunes, 18 de julio de 2011

Las Migas, punto y aparte

El Teatre Grec lleno. Una magnífica noche de verano. Dos mil personas dispuestas a pasarlo en grande. Y cuatro chicas envidiables arrancándose a hacer, juntas casi por última vez, lo que mejor saben: disfrutar con la música.


Era la última noche barcelonesa de Silvia Pérez Cruz como voz de Las Migas, así que la cita tenía también una fuerte carga de melancolía. Y de agradecimiento. A la madre que escuchaba a Carlos Cano le cayó la dedicatoria de una emotivísima 'María la portuguesa', versión interruptus por un descubierto baile entre bambalinas que generó la carcajada de una zona del Grec.

Muchas veces se ha intentando explicar qué es eso de tener duende. Tener duende es hacer bien hasta lo que haces mal. Es sacar partido de tus debilidades. Es hacer parecer delicado el gesto más brusco. Es multiplicar por mil todas tus virtudes. Y Silvia Pérez Cruz tiene duende, no lo duden. Silvia no volverá a cantar con Las Migas (cuando rematen un par de bolos más) y ya no será lo mismo. Quizá sea mejor, pero no lo mismo.

Desde la grada se exigieron más bises que los reglamentarios. 'No tenemos prisa hasta que salga el sol', se llegó a escuchar. Cómo no iba a ser así, si las caras de felicidad del público se contaban por centenares. Y si además Rafaela Carrasco hacía excepcionales equilibrios sobre la música. Y si la aportación masculina a la noche ofrecía ritmo contagioso y buen humor.

Punto y aparte para Las Migas. Y para Silvia. La noche del Grec disparó la curiosidad por saber cómo sonarán los dos productos que de allí nacían.